Cuando ya teníamos el cuerpo bastante jota entre el frío y el cansancio, aparecieron los Mayhem. Bueno, vamos a ser suaves. Sale el pavo vestido de medio obispo, con un escapulario con una calavera de los chinos, unos cuernos de carnero más grande que los que te ponen a veces que le quedaban ridículos (aparte que a mí me dio que estaban súper mal hechos) y un maquillaje que era como el mío los domingos por la mañana. Sólo se oían ruidos espantosos, sin ton ni son, ni black, ni death ni copla española, nada de nada. El tío paseándose dando alaridos bobos (lo mismo quería asustar a alguien y todo) y el guitarrista aporreando algo que tenía entre manos pero que no sacaba nada más que más ruido de lo más molesto. Daba la sensación de que estaban tomando el pelo a todo el mundo. Por cierto, encima fueron los únicos que no respetaron la hora de comienzo por probar sonido, pues que me expliquen. Como aquello era una mala experiencia, optamos por la retirada ya que estar pasadas las 3 de la mañana y con un frío del tres viendo a esa panda de impresentables era perder el tiempo y categoría. Totalmente prescindibles.
Sin comentarios