Cuatro de febrero de 2017, fue la fecha elegida para que dijese adiós la banda de Heavy Metal más grande que ha existido jamás. El lugar no podría ser otro que su ciudad natal de Birmingham, lugar donde comenzaron su carrera cuando apenas eran unos adolescentes. Black Sabbath anunció su reunión el 11 de noviembre de 2011, anunciando también que tocarían en el festival de Download (al que tuve la suerte de asistir también) y el lanzamiento de un nuevo disco. Después de una extensa gira y de que a su guitarrista Tony Iommi se le diagnosticara un cáncer, la banda decide separarse y embarcarse en su última gira de despedida, con el nombre de “The End Tour”. En esta crónica os contaré lo que pudimos vivir en esta fecha tan señalada para todos los amantes de esta, nuestra música.
El concierto se realizó en el Genting Arena, situado al lado del aeropuerto, de una capacidad parecida a nuestro Palacio de los deportes de Madrid. 16 000 espectadores abarrotaron el lugar y no cabía ni un alfiler. Durante todo el fin de semana se vio mucho movimiento por la ciudad y un gran ambiente, cabe destacar el gran número de españoles que se desplazó para disfrutar del show.
Los encargados de comenzar el evento fueron los estadounidenses Rival Sons, una banda de Hard Rock de corte clásico, influenciada claramente por grupos como Led Zeppelin, Deep Purple o los propios Sabbath. A mí su actuación me dejó un poco frio, además de no gozar de un buen sonido. Cabe destacar el vozarrón de su frontman, que eso sí, nos dejó a todos sorprendidos.
Sobre las nueve menos cuarto de la noche, con un público ansioso y expectante salieron a escena nuestros queridos Black Sabbath. La velada no podía comenzar de otra manera que con el sonido de lluvia y truenos. Con la canción que da nombre a su primer disco y a la propia banda: Black Sabbath, canción considerada por muchos (entre los que yo me encuentro) como la primera canción de Heavy Metal de la historia. Esto hizo que se viese alguna lagrimilla que otra entre el público. Después de este gran himno, continuaron con otro como es Fairies wear boots, con un Ozzy muy entregado, el cual gozó de una buena voz durante todo el concierto, cosa que sorprendió a más de uno. Continuaron con ese cañonazo que es Under the sun, con el que Geezer Butler con su manera de tocar el bajo a manotazo limpio hizo temblar el Genting Arena.
Continuaron su actuación con After Forever, Into the void y Snowblind, canciones que todo el mundo disfrutó como enanos y que dieron pasó a uno de los puntos álgidos de la noche con War Pigs, presentando Ozzy a Tony como el “the King of riffs”. El escenario tenía una pantalla gigante detrás de la banda donde se proyectaban imágenes, y en momentos puntuales como en el de esta canción aparecían unas grandes llamas que hacían del momento aún más épico si cabe. Todos los componentes demostraron una gran sobriedad y saber estar en el escenario, Tony y Geezer muy señoriales, como auténticos gentlemen ingleses y Ozzy… bueno a Ozzy ya todos lo conocemos y no defraudó, no paró de animar dando palmas, sus clásicos saltitos y muy comunicativo con el público.
Behind the Wall of sleep, fue enlazada con NIB por un corto solo de bajo y después continuaron con Hand of doom, después de esto hicieron un pequeño y emotivo medley que yo disfruté a la grande de Supernaut, Sabbath bloody Sabbath y Megalomanía, lo que condujo a lo que para mí fue la peor parte y más aburrida del todo el concierto, la instrumental Rat Salad (Ozzy tiene que descansar) y el solo de batería de Tony Clufetos (la banda entera tiene que descansar). Los que ya habéis visto a Sabbath con anterioridad en esta gira sabe de lo que estoy hablando… un interminable solo de casi 10 minutos de duración que pude cronometrar. Todos sabemos que Clufetos es un gran batería, por supuesto que no digo lo contrario, pero durante ese tiempo podrían haber tocado un par de canciones más, sobre todo ese día que era final de gira. En realidad, ya su simple presencia desluce tan mítica reunión. Habría dado cualquier cosa por ver a Bill Ward y la formación 100% original. De todas maneras al no saber el estado físico de Bill Ward, tampoco sabemos si habría sido capaz de seguir el ritmo de una gira tan pantagruélica como esta.
Después de este solo, llegamos a otro de los grandes momentos de la noche y no podía ser de otra manera que con Iron Man, de nuevo volvieron a salir llamas detrás del escenario, esta vez había también un gong ardiendo justo detrás de la batería de Clufetos y la gente parecía que se volvía loca, 16000 voces cantando al unísono el famoso uouououoo , un grandísimo espectáculo que ponía simplemente los pelos de punta. Después de este momento de climax, el espectáculo continuó con un pequeño bajón con Dirty Woman, canción que a mí personalmente no me gusta nada, pero que ejecutaron a la perfección. Me imagino que fue incluida para que representase algo del disco Technical Ectasy, ya que fue la única que tocaron de dicho disco.
Llegamos ya a la parte final del concierto y es que todavía quedaban un par de canciones míticas de la banda que faltaban por tocar. El concierto “terminó” con Children of the grave, una de mis canciones favoritas de siempre, con esos riffs tan pesados y tan puramente Heavy Metal. En este caso también hubo llamas en el escenario y la novedad fue que del techo cayeron cientos de globos con los colores representativos de la banda, negro y morado. Globos que la audiencia se encargó de pinchar en un periquete, porque al final de la canción apenas quedaba ninguno.
Tras un breve descanso volvieron con la que sería la última canción del concierto y también de su carrera. Me imagino que todos sabréis cual es, en efecto, por supuesto fue Paranoid, tras una corta introducción en la que Iommi estaba iluminado por un foco al más puro estilo estrella del Rock, comenzó a tocar ese famosísimo riff, y todo el Genting Arena estalló en una grandísima fiesta, caía confeti y todo el público cantaba la canción. Sin duda, uno de los momentos más emotivos que he visto en un concierto jamás. Sencillamente, espectacular. Casi dos horas después de comenzar, a las 10:40 horas de la noche, terminaba un concierto que ya forma parte de la historia del Heavy Metal.
En resumidas cuentas, se podría decir que fue un concierto redondo, sin duda, uno de los mejores de mi vida. La única pega que le pongo es quizá, como comenté antes, ese solo innecesario de Clufetos, que no pintaba nada en una despedida tan especial y también que el setlist hubiese variado tan poco. Salvo la inclusión de Under the sun y el medley (todo un puntazo), el repertorio fue el mismo que el de toda la gira, pude verlos también el año pasado en el Hellfest y fue todo muy parecido. Quizá hubiese estado bien un pequeño video narrando la historia de la banda o un pequeño discurso de cada uno de ellos agradeciendo a los fans por su apoyo incondicional. Lo que si es cierto es que Black Sabbath nos han dicho adiós, y aunque Iommi ha declarado que es posible que hagan alguna actuación puntual, lo que sí que es seguro, es que no volverán a girar. El sábado pasado se cerró un ciclo, ya va siendo hora de que las viejas leyendas vayan dejando paso a las nuevas generaciones, es ley de vida, y la triste verdad es que nunca jamás habrá otra banda como Black Sabbath. Gracias Tony, gracias Geezer, gracias Bill, gracias Ozzy por haber hecho a tanta gente tan feliz y que esto no solo sea un estilo de música, sino un modo de vida.
- Texto: Norberto Pinedo
- Fotos: Eric Champarnaud
2 comentarios
Miguel
Tu y yo lo sabiamos Norber. El final de una era. Se me ha puesto dura con tu cronica del concierto.
Nuevo box set Black Sabbath – Corrientes Conectada
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