Ya han sido varios viajes a Vigo, para tener que salir por la mañana, justo con la salida del molesto sol en el este, que dificulta y mucho la visión a los conductores. El cielo cubierto y en algunos momentos de espesa niebla nos ayudaron bastante en la conducción y así hacer más fácil el camino.
El copiloto en esta ocasión era Julio, el técnico de sonido, con lo cual podríamos ampliar el tema de conversación y olvidarnos un rato del mundo del Rock, que el number one me tiene frito con sus aventuras, sus púas y sus carteles.
Parte del viaje que íbamos a hacer ya lo conocíamos, en la parte de León hasta Vitoria, con esas largas y aburridas rectas, donde si no hay conversación poco entretenimiento tienes más que contar matrículas o postes de la luz. Ya cuando atraviesas el desfiladero que te mete en Euskadi la cosa cambia. Que paisajes y que ambiente se respira. El mundo se convierte en verde y la vista tiene muchos entretenimientos por el camino. Eso si la carretera se vuelve más complicada y sinuosa, lo que nos obliga a estar más concentrados y más con el fuerte viento que nos esperaba en algunas zonas que hacía tambalearse la furgoneta y eso que la llevamos sobre pesada.
Tenía ganas personalmente de conocer una sala tan mítica como la Tunk de Irún, así que una vez llegamos todo era curiosidad de ver como era, completamente diferente a como me la había imaginado, pero muy positivo todo, tanto el trato como su distribución con dos pisos para disfrutar de los conciertos, un escenario alto y lo suficientemente amplio para que los músicos hagan su labor, equipo de sonido preparado para albergar buenos conciertos, un enorme camerino, un espacio para la venta del merch y acceso rápido y cómodo a la barra y servicios.
Un numeroso público proveniente de Francia, Donosti e incluso me comentaron que se había acercado gente de Valladolid para vivir las actuaciones de nada menos que cinco bandas: Akerodol a los que no pude ver al tenerme que desplazar para hacer el check in en el hotel donde íbamos a alojarnos, los poderosos y sorpresivos Histolysis con su gran vocalista Oiana, los belgas Atroxentis, que siguen creciendo y ganando cada vez más fans en España, los valencianos Noctem que en Irún ganaron un gran número de seguidores y que luego se notó en las ventas de merch donde fueron el grupo que más vendieron y que más fotos se hicieron y los Hate, que estuvieron más sobrios que otros días, pero aún así muy efectivos y poderosos.
Al final, lo de siempre, recoger y a dormir, con la sorpresa que encontramos un restaurante abierto antes de irnos a dormir y poder probar los pintxos vascos y echarnos la ultima sidra del día con la satisfacción del trabajo hecho.
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