En efecto, hemos vuelto. En esta segunda parte del diario de gira os narraremos nuestras experiencias en Alemania y Polonia, los dos últimos países por los que pasaría el nightliner –autobús de gira- del tour de Yossi Sassi Band por Europa, en el que Sechem actuaba como grupo telonero.
La madrugada del sábado 8 de octubre, nos reunimos en el aeropuerto de Barajas para coger un vuelo a Hamburgo, nuestra siguiente parada en la gira. Ambas bandas nos encontrábamos en nuestro mejor momento: cargados de energía y ganas de comernos el mundo, excitados, felices, correteando por la terminal como críos y…No. No vamos a mentir, estábamos en la mierda. Algunos por el trabajo, otros por la fiesta, y otros por hacer las maletas demasiado tarde, pero el caso es que todos habíamos dormido poco o nada y deambulábamos por el aeropuerto como si Milla Jovovich estuviese a punto de aparecer con una moto y varias metralletas para aniquilar a todos los muertos vivientes de la tierra. Menos Ikena, que apareció llena de vitalidad y ganas de hacerse el mismo número de selfies por segundo que aleteos de un colibrí: Alemania, ¡Prepárate!
El frío más extremo y polar nos acogió amablemente en la ciudad germana, donde el nightliner nos llevó hasta un parking cerca de la sala. El vehículo no pudo aparcar cerca de la misma, pues estaba situada en medio de un pintoresco y concurrido mercadillo en el que se dejaban ver algunos carteles del evento. En contraposición con este paisaje digno de la película de Heidi, la sala era la cosa más heavy y punk del mundo, formando una curiosa amalgama de estilos que tan solo puede ocurrir fuera de España. Antes de las pruebas de sonido, en vez de visitar Hamburgo y hacer un poco de turismo, decidimos que dedicaríamos nuestro tiempo a dos nobles tareas: dormir y comer, porque esa es la verdadera vida del músico. Nada de sexo, nada de drogas, nada de Rock N’Roll…que no os engañen, todo eso son estereotipos peliculeros, la mayor parte del tiempo uno duerme y come, duerme y come, come, come, come, duerme y come. Ante el público de la sala Knust descargamos nuestra magia faraónica, tocando, por primera vez en nuestra carrera, en Alemania. La sala, en la que paradójicamente trabajaba como técnico una madrileña, cumplía con creces su cometido, y la respuesta del público fue inmejorable. Ya nos habían comentado anteriormente que tocar en tierras germanas era un lujo, pues, si gustas a la gente, ellos responden muy efusivamente, y eso lo pudimos comprobar nosotros mismos. Ese día, y es algo que recordaremos y nos regodearemos en ello hasta nuestro viaje al Más Allá, vendimos más merchandising que los propios cabezas de cartel. Os podéis imaginar, casi nos agarrábamos a las columnas de la Knust para no abandonar el sitio jamás. Al bajarnos del escenario y tras la actuación de Yossi Sassi Band, llovieron fotos y autógrafos, e hicimos nuevos amigos de varias partes del globo, ya que entre el público había alemanes, franceses e incluso turcos. En general, no podíamos habernos estrenado mejor.
Nos hacíamos fotos con nuestros carteles por puro egocentrismo.
A la mañana siguiente, nos despertamos ya en Nuremberg, a las puertas de la sala, situada en un edificio que había sido un antiguo cuartel de las SS. Todo muy extraño, pero ahí íbamos a tocar. A mediodía, sí nos acercamos al centro para hacer una pequeña visita turística -¡Preciosa ciudad!-, aunque duramos como mucho dos horas, porque finalmente acabamos en un restaurante poniéndonos como ballenas. Recordad, esa es la vida del músico. Por la noche, nos lanzamos al escenario para intentar igualar el evento del día anterior, con un resultado muy parecido. Nos lo pasamos increíble y, escudriñando a través de la niebla que nos impedía ver bien al público –se pasaron un poco dándole al botón-, vimos como varias personas bailaban nuestras canciones al más puro estilo Travolta y Thurman en la escena más mítica de Pulp Fiction. Imaginaros su emoción cuando tocamos Misirlou. Que el público se lo estaba pasando bien se reflejaba en sus caras, y eso es el mayor regalo que nos podían ofrecer. Felices por el concierto, nos unimos al público para saltar en “The Religion of Music” de Yossi Sassi Band y disfrutar del final del evento. Es importante que sepáis que también íbamos duchados, a ver si os vais a creer que la higiene no era una parte esencial en nuestra gira. Si uno no se ducha en un bus en el que conviven 18 personas, el siguiente paso es la muerte por inhalación de gases tóxicos. Ese fue el mayor peligro del tour, porque estaba claro que de inanición no nos íbamos a morir, sobre todo Paolo, que se alimentó únicamente de rica y nutritiva comida vegetariana durante todo el viaje, porque así son los teclistas. Sin embargo, lo mejor está por llegar.
Uno de nuestros rituales antes de salir a tocar es hacernos una selfie. Adivinad de quién fue la idea.
El lunes nos tocaba actuar en Reichenbach Im Vogtland, un pueblo perdido por ahí –y cuando decimos por ahí, significa por ahí de verdad, en un punto indeterminado de Alemania y relativamente cerca de la frontera con la República Checa-, y nosotros no entendíamos muy bien el porqué de esa parada. Resulta que, en el pueblo de nombre impronunciable, habían tocado todos los grandes de la música: Eric Clapton, Phil Bates, AC/DC…Dicho esto, uno se espera un estadio o una mega sala en medio de un pueblo –ya empieza a sonar raro-. La banda de Yossi nos había avisado de que iba a ser una noche fantástica, seguramente casi la mejor, y nosotros no podíamos parar de preguntarnos qué demonios había en Reichenbach. Pues bien, todo comienza cuando nos despertamos aquel día con medio árbol sobre nuestras cabezas. De verdad, literal. El nightliner se había llevado por delante medio árbol, que llevábamos en el techo a modo de decoración selvática. Prometemos que los conductores eran geniales, pero las carreteras estrechas y los bosques no nos fueron de ayuda. Luego nos recibieron con un puñetazo de frío en la cara, que imaginaros qué frío debía de hacer para que, finalmente, Marta tocara con camiseta térmica, lo que le llevó a casi una muerte por achicharramiento durante el concierto, en esa clase de dicotomías absurdas que tiene la vida. Pero centrémonos. Nos bajamos del autobús y vemos el típico pueblecito de casitas alemanas –muy monas ellas- y todo verde. Tan verde que había prados de Windows por donde pastaban las vacas. Y allí estaba la sala, imponente. Otra casita. Que sí, que sí, que la sala era una casita. Es más, la sala era el típico restaurante alemán con las mesas corridas de madera y las mega jarras de cerveza que, por cierto, estaba situado en la planta baja de la casa de los dueños…¿PERO QUÉ COJ****? Nadie entendía nada. Bueno, nosotros no entendíamos nada. Nos avisaron para que nos preparáramos para la juerga de esa noche. Algunos solo sentíamos expectación por ver por qué habíamos parado a tocar allí. Desde luego, no se equivocaron al decirnos que iba a ser una noche espectacular. En un ambiente muy alemán, pero a la vez muy cercano y hogareño, saltamos al pequeño escenario con la taberna abarrotada de gente muy distinta: jóvenes con pinta de ser amantes del Rock y el Metal, amas de casa, señores mayores, gente aleatoria, alemanas rubias de metro ochenta…De todo, vamos. Y allí, junto al público quizá más variopinto que hayamos tenido nunca, convertimos nuestras melodías en diversión pura. Menuda noche. Un concierto que culminó con la subida sorpresa al escenario del dueño de la sala que, borracho, dio un speech de 10 minutos en alemán –ni puta idea de lo que dijo- a los asistentes, que se reían y aplaudían mientras nosotros le mirábamos con cara de circunstancia porque nos había interrumpido en mitad del concierto. Amamos aquel momento tan random, y le amamos a él. Momificada aquella taberna perdida en medio de Alemania, nos dedicamos a disfrutar del concierto de Yossi Sassi Band y la compañía de aquel público, que nos acogió como si fuéramos compañeros de toda la vida. A todo esto, cabe decir que llevábamos un buen número de ventas de camisetas y discos en las tres fechas alemanas, que es que en cualquier momento Lara –nuestra chica top de merchandising- podía bañarse en una bañera llena de fajos de billetes. Bueno, tanto no. La noche acabó con varias cervezas en nuestros estómagos y Pepo habiendo ligado al más puro estilo Rockstar, pero de eso no hablamos porque es privado –Jajajjajajajajajajajajjaajajajajajajjajajajajaja-y, con miedo a chocarnos con algo o a asesinar más árboles, nos marchamos en dirección a Varsovia, nuestra última cita europea.
Hola, hemos tocado ahí.
Cierto halo de tristeza se respiraba en el ambiente, pues iba a ser nuestro último concierto juntos. Yossi Sassi Band y Sechem, así como el resto del equipo de la gira, habíamos hecho muy buenas migas, y nosotros no queríamos que el sueño se acabara. Sin embargo, ilusionados, salimos corriendo a ver la sala en la que tocábamos aquella noche, Progresja Music Zone, una de las mejores de Europa. Satisfechos por lo que veíamos, nos fuimos directamente a…Sí, lo habéis adivinado, a comer. Después de las pruebas de sonido, la atmósfera volvió a tornarse en risas y fiesta máxima, porque estaba claro que íbamos a disfrutar como enanos de nuestro último concierto. Y allí estábamos nosotros, en la sala más grande de la gira, con el escenario más grande de la gira, y nuestros ánimos más arriba que nunca, tocando para el público polaco. Lo dimos todo y más. Cabe hacer una mención especial a You, cuyo pie había quedado DESTROZADO el día anterior por un ínfimo accidente –choque de extremidad con amplificador gigante- y, a pesar de tener la pezuña como si hubiera desarrollado elefantiasis, tocó como si fuera una maldita máquina exterminadora y superior a todo ser viviente. Y ya está, así es You. Ahora vas y lo cascas. Cuando presentamos nuestra última canción, una versión de la mítica “Walk Like an Egyptian” de The Bangles, la emoción era patente. Al público le estaba gustado nuestra actuación, y ya solo nos quedaba un último suspiro de esas dos semanas increíbles que habíamos vivido. Empezamos a tocar y…¿Qué?. Desde un lado del escenario vimos, casi a cámara lenta, cómo subía Yossi Sassi disfrazado de momia –atuendo realizado con rollos de papel higiénico- a cantar con nosotros, seguido del resto de la banda, armados con cervezas, plátanos -¿Plátanos?- y cacahuetes. Y allí sí que lo dimos todo, tocando nuestras melodías siendo boicoteados por una momia israelí y unos músicos que no dejaban de cebarnos y lanzarnos cacahuetes, para finalizar cantando todos a coro los famosos “Eo, eo” de la canción. Y así, Sechem coronó su gira europea. Existen varios videos y fotos del momento, por lo que no os preocupéis, ya que todo el mundo tendrá oportunidad de verlo. Llegó entonces el concierto de los cabeza de cartel, y nosotros pensábamos contraatacar y dejar el listón bien alto. Después de hacer headbanging, bailar, cantar y saltar con las canciones de la Yossi Sassi Band, nos enfundamos escobas, fregonas y otras herramientas de limpieza para boicotear su actuación. Mención especial también a Paolo por sobrevivir con la cara estrangulada por las vendas y a Marta por guardar su dignidad en pijama y con ropa interior por la cabeza. Carlos fue el primero en entrar a mitad de la última canción de Yossi, “Simple Things”, realizando un exótico y sensual baile que daba paso a nuestra subida al escenario. Con nuestras herramientas de limpieza dimos cera y pulimos cera a todo el escenario, a los instrumentos, los amplificadores, las caras de los músicos, sus axilas, los cables, otra vez sus caras, otra vez sus axilas… Todo a modo de vil venganza. Finalmente, acabamos cantando la canción a grito pelado y bailando todos juntos, poniendo el broche final a la “Roots and Roads European Tour 2016”.
La noche acabó entre abrazos, fotografías y autógrafos con los asistentes polacos, y una pequeña fiesta entre los miembros de las dos bandas. Al día siguiente, en Berlín, tuvimos una despedida más emotiva que la separación de Jack y Rose en Titanic. La Yossi Sassi Band y su equipo marchaban al aeropuerto para volver a Israel, mientras que nosotros nos quedaríamos un día más en Berlín para recomponernos de la experiencia. Convencidos de que nuestros caminos volverían a cruzarse algún día, por la noche recapitulamos acerca de lo vivido, de lo mucho que habíamos crecido a nivel personal y como formación tras los miles de kilómetros de carretera recorridos, y cómo nuestras ganas de seguir adelante y llevar nuestra música a todos los rincones del mundo habían echado raíces ya en nuestras cabezas.
La gira habrá acabado, pero nuestro recorrido no ha hecho más que empezar.
Sechem y Yossi Sassi Band en plan lamentable, Varsovia
- By: Sechem
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