Nos gustan los discos de rock n´roll, del de siempre, del de aquí, del que nos enseñaron antaño bandas populares de todo pelaje. Ellos mismos hablan de influencias tan variadas como Barón Rojo, Los Suaves, Sangre Azul, Burning… hasta nombres más actuales como La Fuga, Marea, Platero y Tú o sus vecinos más ilustres de Hortaleza, Porretas (quizás menos presentes a nivel de referencias en este álbum que en el primero, todo sea dicho). Bueno, unas las veo más y otras menos, pero mezclemos todo ello con unas pinceladas extras de melodía y un deje indudable más accesible en este segundo trabajo, y de esa imposible coctelera tenemos esta receta bastante digerible, dulce y a la vez muy rockera.
Es cierto que el primer trabajo del grupo, “Canciones para ti”, era algo más directo y en “La vida que nos pasa” han tirado conscientemente por canciones más pegadizas, estribillos más radiables y coreables o sencillamente por un punto más accesible para un público más amplio. Pero a la vez no han perdido filo, personalidad ni rock n´roll, destacando por encima de ese punto más pegadizo general de las nuevas canciones, un gusto por las guitarras que nunca se diluye, excelentes melodías, letras cotidianas de historias del día a día, y en general un disco que se escucha de principio a fin de manera muy agradable.
Es más, apuesto a que, sin comerlo ni beberlo, con la segunda escucha te descubrirás a ti mismo coreando los estribillos de alguno de los temas y bailando al son de varias de las canciones del CD casi sin darte cuenta. ¿No me crees? ¡Haz la prueba!… desgastando zapatillas, escuchando tonterías, voy leyendo la cartilla a quien me quiera escuchar… tan solo pretendí sentirme libre… Jaja, ¡te lo dije! Lo dicho, desde los temas más ligeros como “Creyendo en los sueños”, “Las mentiras” o “Vivir con prisa”, hasta las canciones con algo más de enjundia como “Otra vida” o “Tan cerca tan lejos”, sin olvidarnos de los temas para el directo como “Sin molestar” o “Dibujando corazones”, además de la interesante balada “Nunca olvido” para cerrar, un álbum a tener en cuenta.
No sabemos si Haches tenían muchas o pocas pretensiones con este disco pero sin duda han logrado hacer una serie de canciones de las que se quedan y apetece corear, en casa o en directo. Si eso no es un acierto de por sí, que venga el espíritu de Rober Porretas y nos lo diga. Y oye, quizás los más duros del lugar tuerzan un poco el gesto, pero no pasa nada, que el peor pecado es dejar indiferente. Y el rock tiene muchos espectros, desde las tesituras más suaves y accesibles hasta las más oscuras y rabiosas. Curiosamente Haches cuenta con miembros avezados en ambas tesituras, lo que es interesante, y todos han sabido adaptarse a la personalidad más desenfada del grupo y darle forma a este “La vida que nos pasa” que funciona, ¡vaya si funciona!
Lo dicho, un disco sencillo, accesible y “facilón” por momentos, tal vez, pero con chispa, calidad y un punto alegre y desenfadado que acaba enganchando.
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