Esto sí que es un reto, y os preguntareis por que escribir una crónica de un concierto de una banda como Kiss los es, pues muy sencillo ¿Quién no ha visto a Kiss en directo alguna vez en su vida ya? ¿Qué puedes contarle, o tratar de decirle, a alguien que ha visto a “la banda mas caliente del mundo” en vivo para que no pinche el enlace de la crónica, vea las fotos y cierre sin leer nada? Pues eso ¿A que ahora me entendéis?
Voy a intentarlo con curiosidades y sensaciones, para empezar ¿Tanto cuesta trasmitir en directo la salida real de la banda por los pasillos del Wizink que tienen que poner un video, yo ya no sé ni de cuando Doc McGhee era joven? Vale, es una chorrada, pero, no me digáis que no haría ilusión ver ese “paseíllo” único y no uno de no se donde demonios es. Y después de esta estúpida inquietud, ya empieza el espectáculo, la fiesta, el circo, la monstruosidad que solo una empresa, perdón, una banda como Kiss puede llevar de ciudad en ciudad para dejar con la boca abierta a todos sin importar las veces que los hayas visto.
Caída de telón, explosiones, fuegos artificiales, la banda descendiendo de los cielos en plataformas ¿a qué no os sorprende? Pero a su vez ¿a que alucinasteis si lo visteis en vivo? Es que eso son Kiss, no hay sorpresas, sabes lo que vas a ver, Gene Simmons escupiendo fuego espada en mano, Paul Stanley volado hacia la plataforma situada al fondo del Wizink Center, Gene Simmons con su particular show vomitando sangre en “God of thunder” antes de ser elevado a los cielos, Tommy Thayer lanzando cohetes con su guitarra en sus 5 minutos de fama, Eric Singer elevándose en su batería mientras se seca el sudor como si no estuviera haciendo nada en su solo… ¿Alguna sorpresa? Pues no, pero, pagaría una y mil veces para disfrutar de ello.
Y es que da igual que sea playback o no, si lo piensas fríamente, estas pagando por disfrutar un musical como el que puedes ver en la Gran Vía madrileña, pero a lo bestia y con la música que ha marcado, y a buen seguro seguirá haciéndolo, tu vida, porque, eso es lo que te queda, estas viendo a una de las bandas de rock más importantes de la historia. En condiciones normales estarías escuchando a mucha gente criticando los pregrabados, olvídate, aquí no vas a escuchar a nadie hacerlo y es que, estas tan embobado con todo lo que estas viendo que cantas, gritas, saltas, bailas, miras a la derecha, a la izquierda, arriba, te cae una pelota hinchable en la cabeza, miras para atrás, parpadeas…y te has perdido cosas ¡maldita sea!
Es posible que si has llegado hasta aquí te digas «¿Qué demonios me ha contado este tío?» Pero a la vez, si has vivido un concierto de Kiss, y mas en concreto, si estuviste el domingo en Wizink center, estés pensado ¡Joder, eso es lo que yo he sentido! Y es que llegados a este punto me gustaría no parar de escribir, contaros el chapurreo de español de Paul Stanley, el buen ambiente que parece que tienen en directo, el protagonismo que le ceden a Tommy en bastantes fases aun sabiendo que los ojos de los miles de fans se centran en ellos, Paul y Gene, la locura que se vive en la grada frontal cuando ves poco a poco acercarse a Paul Stanley como si de una presencia mariana se tratara, todo, contaros absolutamente todo porque, casi con toda probabilidad, a no ser que nos hagan un “Scorpions”, no vamos a tener la oportunidad de poder volver a vivir el circo de Hard Rock más importante de la historia, y me niego a creerlo, mi cabeza se resiste a pensar que es cierto. Kiss es una empresa, en palabras de Gene Simmons, y que jefe en su sano juicio y en plenas facultades mentales, y físicas, decide cerrar un negocio que da importantes beneficios.
Lo siento, me niego a pensar que un domingo, 3 de Julio de 2022 a las 21:17 horas haya sido la ultima vez que vaya a escuchar eso de “Alright Madrid- You want the best, and you´ve got the best. The hottest band in the world”…no lo digáis, por favor, no terminéis la frase, no hagáis que se cumpla la profecía, si no lo dices no existe, si no lo gritas no se cumple el maleficio, si no pronuncias su nombre, quizás, solo quizás, puede que vuelva a suceder, dejarme soñar, dejarme pensar que es así, no matéis al niño que llevo dentro y que se siente como en su propio parque de bolas cada vez que se apagan las luces, empieza a sonar el “Rock and Roll” de Led Zeppelin y ve un telón enorme tapando un escenario con unas letras grises anunciando a ****.
Crónica y fotos: Raúl Blanco Photography
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