El mundo de los conciertos y los festivales está mutando, y a la vez, el público que asiste. Largo puede ser lo que se escriba sobre los tipos de metalheads que hay en los festivales y conciertos, pero eso será en otra ocasión. Ahora quiero hablar de tres de los nuevos perfiles de asistentes de conciertos de Rock y Metal.
El primero de ellos son los nuevos VIP´s, la moda nueva que hay de vender una entrada mucho más cara de lo normal, que quien la haya pagado entre antes, esté unos minutos con la banda y a veces, con un pack de productos. Aquí hay dos visiones muy claras, la del que lo paga y la del que no. Primero vamos con el rival fuerte, el que lo paga, es su dinero y con el puede hacer lo que le venga en gana. Eso sí, no todo son alegrías para ese usuario, más de una vez ha ocurrido que lo prometido con la entrada VIP, ha terminado siendo un verdadero pluf, y como muchas veces no viene especificado con claridad, más de una vez el usuario se ha quedado con cara de “aquí me han estafado”.
El tema de los VIP´s es complicado, pues ciertas ofertas son tentadoras, quien no quiere conocer a sus ídolos, tener una foto con ellos, un regalo especial, un momento que sólo tú vas a poder vivir, pero claro, pagando. Muchas veces ese gasto está justificado, pero otras no, y en ocasiones, rompen la magia del momento. Pero está ahí, es algo actual y es una realidad que a muchos no gusta.
Porqué hay otra parte en todo esto, y es lo que está provocando la moda del “Vipismo”. Hay un tipo de seguidor de Heavy y Rock que existe desde el nacimiento del género musical, el fan, el que se va a hace cola desde la mañana, o incluso hace noche en la puerta, el que, desde el respeto, se hace fotos con los músicos antes de las pruebas de sonido, cuando los artistas llegan a la sala, o después de los conciertos, el que está quince horas en una cola y cinco minutos le valen para tener una sonrisa durante semanas. Ese fan es la principal víctima del “vipismo”. Por muchos motivos, todos ellos escuchados de personas que lo han sufrido. Uno de los “daños colaterales” es que si el grupo tiene negociado el encuentro con una cantidad de fans, incluso por contrato, no se paran ni siquiera a saludar al fan. Pero no sólo eso, pues en la mayoría de los casos, la entrada prioritaria que te da el “vipismo”, se carga de un plumazo la espera por una primera fila. Ha ocurrido en innumerables ocasiones, de tener hasta 300 personas ya dentro de un recinto cuando las puertas se han abierto al público. Además, esto ha provocado descontentos en ambos bandos. Y ha provocado situaciones ridículas. Recuerdo el Sonisphere de Madrid, cuando Metallica instauró el Black Circle, que en realidad no fue la banda, porque el concepto que traía el grupo era otro, pero bueno, eso es otro tema. El Black Circle eran 20 filas separadas por una barrera, por delante del público general. Una barbaridad y una falta de respeto a los asistentes que no jugaron a la codicia de los vendedores. ¿Qué provocó eso? Que, menos en un par de conciertos, estuviera prácticamente vacío. De estas situaciones sale el segundo perfil.
El segundo perfil es el que ha nacido de las modas pasajeras, todos hemos visto las camisetas de los Rolling Stones o los Ramones, o incluso las de Iron Maiden con purpurina. Ese perfil tiene sus propios hábitos y maneras que lo delatan. Con solo ver los cuernos con el dedo gordo erguido lo reconocerás. Sólo los grandes cuentan con su presencia, y muchas veces, para decir “yo he visto a los acedeces esos”. Es el más “jevi”, el que más sabe, el que considera que como ha pagado su entrada puede hacer y deshacer. Es el que echan de un concierto de Joe Satriani por estar haciendo el cabra y tapando a la gente, en un concierto con butacas, porqué total, “él ha pagado su entrada”. Es el que en mitad de un tema suave de Apocalyptica grita en el silencio del disfrute, “Toma ya, como le das a las cuerdas”. Ese es el perfil del Very Important Posser. El que quiere ser protagonista por encima de la banda y del evento, el que confunde hacer un pogo con restregarte la barriga sudada por la cara mientras te intenta escalar, el que insiste en meter los codos en las costillas a las primeras filas a ver si puede colar . En definitiva, es el que sobre pasa los límites para sentirse el que más. Pero es peor que eso, porque eso afecta a los demás, pero que si lo observas, no entiendes por qué ha pagado por la entrada. Es entonces cuando nace el tercer perfil de Very Important Posser.
El tercer perfil empieza a ser contagioso, empieza a ser una pandemia que se contagia sin darnos cuenta. Incluso se diría que es incorpóreo. Me explico. Empezó hace unos años, con un pequeño gesto hacia el cielo, con el móvil en la mano, grabando 10 segundos de su tema favorito para tenerlo en el recuerdo para siempre. Pero se multiplicó y fue saltando de individuo en individuo. Hoy en día, es una plaga, y más de uno nos hemos visto afectados por su embrujo. Supongo que tiene su sentido pagar una entrada para ver el mejor tema del grupo en una pantalla pequeña. O peor aún, supongo que tiene sentido tener el haz de luz cegador que tienen algunos móviles sobre la cara del vocalista, porque total, hay que tenerlo todo grabado no vaya a ser que se te olvide lo que has sentido. Dentro de toda esta ironía, aunque no lo parezca, hay un mensaje. Estamos tan preocupados de capturar todos los momentos, que nos olvidamos de vivirlos. Nos olvidamos de llorar, de que se nos pongan los pelos de punta, de que el músico te mire y veas su agradecimiento en una sonrisa, y no en la pantalla del móvil, o peor aún, de la tablet.
En los conciertos, lo mejor siempre es disfrutarlo, dejar que los demás lo disfruten, y siempre habrá pegas, o cosas que no te gusten, pero, en una opinión totalmente personal, es mejor retenerlo en una lágrima, en la retina, en un escalofrío, que tener el vídeo grabado en un móvil, con los brazos en alto, mirando la pantalla y posiblemente, con un sonido horrible.
- Editorial: Paparazzi
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