Nuestro viaje al Party San Open Air 2016 se iniciaba en varias ciudades españolas, con el punto de reunión en Frankfurt, desde donde partíamos con dirección a Schlotheim, lugar donde se celebra el festival. Este pueblo de Schlotheim está situado en la región de Turingia, en el centro de Alemania, una zona rural llena de pequeños y coquetos pueblos que tuvimos que atravesar hasta llegar a nuestro destino final, tras un camino que circula por carreteras más pequeñas, por lo que se hace algo más largo de lo normal, acostumbrados a las enormes autovías alemanas, que por cierto, están llenas de obras y son frecuentes las interrupciones, como nos pasó a la vuelta.
Una vez atravesado el coqueto pueblo de Schlotheim, seguimos las indicaciones hasta el Flugplatz Obermehler (Aeropuerto de Obermehler), que era nuestro destino final. A las afueras, llegamos junto a unas viviendas como de protección oficial, que estaban ocupadas por refugiados sirios, tan de moda ahora en las televisiones y que allí se convivía con ellos de una forma ordenada y donde nos pudimos hacer eco de la situación que tanto escuchamos, de primera mano. Seguimos nuestro camino, hasta que nos encontramos una zona comercial e industrial con unas pocas naves, que anticipaban la carretera que daba acceso al Party San Open Air 2016.
Esta carretera de que se dirigía al Flugplatz Obermehler, que picaba levemente hacia arriba, tenía al final una puerta de acceso con banderas de diferentes países presidiendo nuestros camino y con un letrero muy sugerente, “Welcome To The Hell”, que nos daba la bienvenida a uno de los festivales referencia en Alemania y Europa del Metal más extremo. Las referencias al infierno eran constantes, como en los autobuses que te llevaban desde el festival hasta/desde Schlotheim, que marcaban el infierno siempre como el recinto del festival. Si no recuerdo mál, estos autobuses antes eran gratuitos, ahora cobran 1,80€ el trayecto de ida y vuelta. Hay también autobuses con menos frecuencia a Mühlhausen, la ciudad más cercana, a unos 15km, para los que buscan hotel alli.
El Party San Open Air se celebra en un aeropuerto en mitad del campo, según parece, un aeropuerto de pruebas con dos pistas de aterrizaje/despegue muy anchas en paralelo donde en la parte central se ubica el recinto de conciertos y accesos al festival y a lo los lados y parte central entre pistas se ubica el camping. Esta situación del camping lo hace muy cómodo, ya que los accesos a las tiendas de campaña se hacen desde la misma pista, en línea recta y aunque llueva difícilmente el asfalto llegará a ser un cenagal de barro. De hecho en la jornada del viernes, no paró de llover, una lluvia leve pero continúa y no se llegó a formar el temido barro.
Un camping cómodo, con solo dos zonas de duchas y aseos de pago (que normalmente siempre estaban limpios y presididos por una banda sonora de pajaritos que fue la coña de buena parte del festival), así como las consabidas cabinas de aseo repartidas por varias zonas de la pista en el camping.
Era nuestro segundo viaje al Party San Open Air. A pesar que habían pasado varios años, pocas modificaciones habíamos encontrado en el recinto, muy pocas. Eso si, este año la seguridad y el control de los accesos fue más exhaustivo, lo cual agradecimos a pesar de las molestias que nos ocasionaron.
Si los comparamos con otros festivales de los que nos recorremos por Europa y España, si por algo destaca el Party San Open Air es por la comida y bebida, por los precios y por la calidad. Si nos regimos, para los precios normales de un bar en una ciudad tipo Barcelona o Madrid, el Party San es barato, ya que el vaso de cerveza o refresco de 0,40cl estaba a 3€, con un servicio de barra muy rápido y eficaz que pocas veces te hacía esperar. Pero donde más se notaba el precio y la calidad era en la comida con puestos variados y para todos los gustos, incluso dando satisfacción al público vegano, cada vez más numeroso. Por una cantidad entre 3€ y 5€ se podía comer en todos los puestos, con una notable subida de calidad si lo comparábamos con lo recibido en otros festivales, lo cual es un punto muy favorable. Funciona como en otros festivales de Alemania el sistema de cobro por vaso, que al pedir tu primera consumición te cobran un euro y te dan una ficha para su canje. Una vez que devuelves el vaso con la ficha correspondiente, te devuelven tu euro, con lo que el suelo está muy límpio y no estás pisando una nube de vasos constantemente, como en otros festivales.
El Recinto de conciertos se accedía por una sola puerta de acceso, donde el personal de seguridad cumplía de verdad con su cometido, con registros eficientes a cada uno de nosotros. El recinto con una forma rectangular estaba presidido por el escenario principal que ocupaba uno de los lados cortos del rectángulo. Alrededor del recinto podíamos encontrar los puestos de merch oficial, barras de bar, áreas de aseo, diferentes tiendas para comprar música o abalorios varios y una carpa que ejercía de segundo escenario y lugar idóneo para la fiesta nocturna.
El escenario principal no tenía ninguna pantalla, pero al estar en uno de los lados y el terreno hacía algo de cuesta hacía abajo tenía una visión ideal, siendo muy fácil seguir todas las evoluciones de los conciertos. Si hay que ponerle alguna pega eran los focos, que comparados con otros festivales echamos de menos algún tipo de cañón de luz más potente. El sonido en el escenario principal en líneas generales fue correcto y encontramos pocos conciertos donde hubo fallos técnicos. La carpa ejercía de barra de bebidas en uno de sus extremos, de escenario en el lado opuesto y de punto de reunión en la fiesta nocturna en su interior. Con una altura más baja que otras carpas que encontramos por otros festivales, era el lugar idóneo para este tipo de conciertos más extremos, simulando la presencia en las salas más underground y dando así más ambiente a los conciertos. Lógicamente la iluminación no era la más poderosa, pero el sonido fue más que aceptable y no deslució ninguno de los conciertos que allí vivimos.
Los puestos de Merch eran variados y donde predominaban las discográficas más conocidas que nos ofrecían sus lanzamientos y todo lo que quisiéramos comprar, obviamente más dedicado al Metal Extremo, pero se podía encontrar para todos los gustos y bolsillos. El merchandising oficial, como suele pasar en estos casos, era el que más público congregó, sobre todo el primer día, donde entran los agobios por comprar los productos del festival. Este año nos encontramos con al menos cinco diseños de camisetas del festival y a un precio de 15€, mucho más económico que otros festivales.
El ambiente del Party San es sano y muy apto para la fiesta, que sobre todo viene por la noche en la carpa, que se inicia con grupos similares al festival pero que acaba con las canciones más clásicas y más aptas para alargar las noches hasta altas horas. En los conciertos, mucha pasión, sobre todo en las primeras filas y como es lógico mucho pogo y fiesta, pero poco surfeo o circle pit masivos. El público predominante es más True y tirando a veterano, más dados a disfrutar de los conciertos con una cerveza en la mano, que a estar haciendo el cafre.
El Party San Open Air es un festival cómodo y accesible, de precios baratos y de calidad, muy centrado en el Metal Extremo, pero de muy buen rollo y muy dado al buen ambiente. Si el cartel nos motiva y nos podemos organizar bien, a buen seguro que trataremos de volver en 2017.
Hemos publicado más fotos del Party San Open Air 2016 en nuestra página del Facebook.
- Crónica y fotos: gema@metaltrip.com y javier@metaltrip.com
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