Sabes que algo ha tenido que salir muy bien en un concierto cuando al día siguiente el cuello te pide clemencia y que no lo muevas más de lo necesario. Así que, mientras escribo estas líneas, miro fijamente a la pantalla procurardo torcerme lo más mínimo. ¿La culpa? Podéis echársela a Wind Rose.
Todo comenzó una lluviosa tarde de marzo de… La fecha se puede ver arriba y dentro de Nazca no llovía, así que me vais a permitir que vaya directo a la que a priori habéis venido a leer, que seguro que no es una persona desvariando. Incursed abrían la velada alrededor de las 20:30 y allí estaban para presentar su último disco, “Baskavígin”, que vio la luz el año pasado.
Aunque sin duda alguna me lo pasé bien en varios momentos de su actuación, Incursed tuvieron en su contra un sonido muy poco nítido, costando distinguir en varias ocasiones a un instrumento de otro, y desde luego haciendo muy complicado captar los matices de sus piezas, escuchando algún riff aislado que llamaba la atención y poco más. Es más, realizaron una versión de “Take on me” de A-ha, que diría que abusaba de los blast beats, que incluso conociéndola se hacía complicado distinguir las partes.
Tampoco fue el día de Jonkol, su teclista y cantante principal, no durante las canciones, sino porque le noté sobrepasado por la timidez o los nervios a la hora de comunicarse con el público faltándole naturalidad.
Ni que decir tiene que mis palabras son solo eso, mías, y que por lo menos a mi alrededor sí pude observar gente muy emocionada durante el tiempo que Incursed estuvo en el escenario, pidiendo otra cada vez que estos se quitaban los instrumentos.
Una recogida y cambio de equipo después Wind Rose llegaron y arrasaron. Así, sin más, y eso que el sonido, aunque algo mejor, tampoco jugó a su favor durante su actuación, pero la sala se entregó a ellos desde el principio, cantando cada palabra, saltando a cada ocasión que podía. Es más, llegó “Drunken Dwarves”, solamente el segundo tema que interpretaban, y esta se vino completamente arriba. Los gritos, saltos y pogos se apoderaron de Nazca y ya no desaparecerían hasta el final.
Con el público a sus pies Wind Rose dedicó, en su mayoría, su set a “Wintersaga”, su álbum de 2019, con piezas como la que da nombre al disco, que de hecho fue con la que comenzaron, u otras como “Mine Mine Mine!” o “We Were Warriors”. Eso sí, conscientes de que en junio tendrán nuevo trabajo, “Warfront”, incluyeron “Gates of Ekrund”, el sencillo que adelantaron poco más de dos semanas antes. A juzgar por el recibimiento podría calificarse como una de las canciones que más tiempo llevan tocando.
La mencionada “We Were Warriors?” fue la que sirvió para que salieran del escenario de cara a prepararse para el bis. Pero si hablo de la emoción y entusiasmo de los que allí estábamos no puedo olvidar que los minutos que estuvieron fuera, que apenas serían dos o tres, el ruido no descendió y la primera fila no dejó de aporrear el escenario pidiéndolos de vuelta. Me puedo imaginar que más de una y de uno acabó con moratones en los antebrazos por eso.
Sólo cayó una pieza más, un apoteósico y divertido “Diggy Diggy Hole”, además con su parte dance incluida y baile por parte de su guitarrista Claudio Falconcini. Púas, fotos, apretones de manos y choques de puño, y abandonaron el escenario dejando centenares de sonrisas.
Se pasó rápido, muy rápido, pero también hay que decir, que no fue un concierto especialmente largo por parte de Wind Rose, ya que debió quedarse alrededor de la hora y cuarto. Estoy completamente seguro de que no sería el único al que le hubiese gustado que durase más, pero también sé que me dejaron con ganas de repetir.
- Crónica y fotos: Alejandro Sanz
1 comentario
Isa
Estuve en la primera fila y confirmo que tengo moratones en los brazos. Mi primer concierto formato prepandemia y fue una pasada!