Con el desigual sentimiento que nos produjo el concierto de Londres, amanecimos temprano la siguiente jornada. Un largo viaje de más de seis horas nos esperaba para llegar a una de las ciudades más emblemáticas de Escocia, Glasgow, donde teníamos una nueva cita en la Gira de Hate y Noctem.
De nuevo volvimos a sufrir el congestionado tráfico de Londres, del que nos costó salir y bastante, esquivando con el GPS todas las retenciones que nos encontrábamos en la carretera y todo desde la experiencia de conducir por la izquierda, que pensé que me iba a costar, pero al final me ha acabado gustando, salvo alguna rotondilla, que se nos fue la pinza.
Number One se encargaba de seguir taladrándome con sus innumerables historias del mundo del metal, con sus rocambolescos argumentos, del que algunas veces no puedes dejar de reírte.
Recorrer Inglaterra es recorrer un poco la historia del Heavy Metal, por su paso por ciudades donde han tenido lugar conciertos famosos o han surgido grupos que han dado historia a este movimiento musical que nos apasiona. Si hay una ciudad emblemática en el mundo del Heavy Metal es Birmingham, donde se puede decir que nació el movimiento musical con los míticos Black Sabbath y que luego muy bien continuaron los Judas Priest de Rob Halford.
Después de un poco de Geografía del Heavy Metal recorrimos carreteras que pasaba muy cerca de Manchester o Liverpool para los más futboleros o por Kendal o Yorkshire para los más cinéfilos en lo que ya era muy próxima de la frontera entre Inglaterra y Escocia, con quizá los paisajes más bonitos, con esos montes semi pelados y que han ambientado algunas películas más épicas de la historia del Reino Unido.
Eran poco más de las 3:30pm y la noche se apoderaba de nuestro viaje casi llegando a Glasgow, que lógicamente despertó nuestros comentarios echando de menos España y mucho, nos solo por el clima y claro, como no, echamos de menos la tortilla de patata y la paella, esas cosas tan sencillas y cotidianas que cuando subes de los Pirineos echas de menos.
La llegada a Glasgow fue algo complicada con otra caravana de coches que nos recibió y nos retraso hasta llegar a la céntrica Sala Audio Glasgow. Esta vez teníamos una sala en el mismo centro de la ciudad, ubicada en los locales comerciales debajo de unas vías de tren, en un aspecto exterior algo sórdido, de películas de Sherlock Holmes, pero que por dentro era un perfecto espacio para celebrar el concierto.
Tras dejar hechas un par de cosas de mi trabajo, aproveche el momento libre para dar una vuelta por el centro comercial de Glasgow, muy iluminado y decorado para las navidades, que lo inundaban todo. Frente a lo que podemos creer, las calles estaban muy concurridas y con una vida muy habitual de cualquiera de nuestras ciudades. No vi ningún monumento destacable salvo una pequeña iglesia junto a un Centro Comercial, pero era un entorno acogedor y que apetecía recorrerlo y que mereció la pena.
El show de Glasgow fue uno más en la gira, con una sala concurrida y donde tuvimos a los locales Warhead como banda support a los que no pude prestar mucha atención al estar pendiente de una entrevista con Adam, el vocalista de Hate y un poco al tanto de los innumerables correos que llevaba varios días sin responder. Noctem por su parte, volvieron a poner una pica más en su camino, a un al principio frio público escocés, pero a medida que fue avanzando el concierto, se metió de lleno en el concierto de los valencianos, que volvieron a gustar y ser despedidos con una fuerte ovación. Hate era la banda esperada y Adam, los Pawel y Dominik, volvieron a dar un potente y poderoso show, con pocas concesiones a la tranquilidad y que volvió a tener al caliente público escocés a sus manos.
El final era lo de todos los días, solo destacable por el parking que tenía nuestro hotel, que era un pasillo de lo más sórdido, que esta vez si recordaba a esas películas de Jack el Destripador y que nos resultó curioso como en una ciudad moderna como Glasgow quedaban esos sórdidos y escondidos rincones escondidos entre dos manzanas de edificios. Menos mal que no nos pasó nada y lo podemos contar. Tras unas risas imaginándonos las escenas más escabrosas del asesino en serie, llegaba la hora de nuestro ganado y merecido descanso o no, ya que nuestro hotel no tenía ascensor y tuvimos que subir tres pisos por las escaleras, el último piso con escaleras de caracol, con nuestros maletones de equipaje, genial, así caí redondo a la cama.
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