Dice una frase hecha, y que por tanto odio, que la edad es solamente un número. Permitidme discrepar al verme en el espejo esa cara de alguien que está más cerca de los 40 que de los 30. Independientemente de eso, llego a la conclusión de que algo tiene que tener de cierto después de ver a Praying Mantis en directo.
De todas formas la velada de la que vengo a poner una palabra detrás de la otra comenzó con los navarros Oxido y su heavy metal de corte clásico. Ellos venían a presentar su tercer álbum, “Soy la tormenta” de 2021, pero tengo la impresión de que si hubiese sido otro disco no habría notado la diferencia y es que la puesta en escena fue nula. A mí que cada uno se suba al escenario llevando lo que quiera puesto y se mueva lo que le dé la gana, pero a veces ciertas cosas como el escaso, o ningún movimiento de los músicos, junto con una expresión facial que no varía en todo un show, me saca de una actuación. Y es que es eso, esto, insisto, para mí esto es una actuación, no solamente tocar los temas y ya está.
Un punto a favor que sí tengo que nombrar es la naturalidad de su vocalista Íñigo de Miguel, y su voz, menuda voz, pero quedó ensombrecida por lo ya mencionado, la escasa actitud de alguno de sus compañeros y el hecho de que tras fallar en una canción, cambiando de ritmo abruptamente y precipitándose hacia el final, a dos de ellos se les vio discutir.
En cualquiera de los casos, siento decir que Oxido no me dejó buen sabor de boca para lo que vino después: Praying Mantis. Tardé dos minutos en ser uno con toda la sala y que para mí no hubiese otra cosa en ese momento que su show.
Un buen hacer que no solamente puede dar la experiencia sino algo más, algo que no se puede enseñar. La cercanía de todos sus componentes fue constante, haciendo un concierto único, con bromas durante las presentaciones, chapurreando español, mezclándolo con portugués ya que el día antes habían estado tocando en Lisboa, todo ello junto a odas a la tortilla y sobre todo con todos sus integrantes divirtiéndose sobre el escenario.
Uno puede pensar que una banda como Praying Mantis vivirá de clásicos, pero nada más lejos de la realidad. Pese a que su setlist, pequeño eso sí, 12 canciones, tuvo canciones de sus primeros álbumes como «Panic in the Streets» o “Letting Go”, sí quisieron dedicar momentos a su último disco con “Cry for the Nations” o al anterior con “Keep It Alive”, por ejemplo, y también incluir una versión, que además me llegó bastante dentro: “Simple Man” de Lynyrd Skynyrd.
Cuando llegó la final “Children of the Earth” estábamos todos extasiados pero muy vivos. Más o menos su concierto debió quedarse algo por debajo de la hora y media y por lo que pude notar a mi alrededor, no fui yo el único al que le pareció muy corto. Dejar con ganas de más es otra frase hecha y que también odio, pero también he llegado a la conclusión de que tiene algo de cierto.
Crónica: Alejandro Sanz
Fotos: gema@metaltrip.com
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